Читать книгу Viene clareando онлайн

17 страница из 36

Yo tenía quince años y al escucharla entendí cosas que no se me habían dicho nunca. Mi padre había muerto hacía pocos meses, después de sufrir todas las indignidades de una enfermedad que lo minó totalmente.

Ya no teníamos nada, vivíamos en la villa, mi madre trabajaba atendiendo enfermos por la noches, colocaba inyecciones, tomaba la presión a todos los hipertensos del barrio, preparaba viandas, hacía empanadas y maicenas y hasta se animaba con la costura ayudando a la modista doña Carmen cuando se excedía de trabajo. Ella decía que era la mujer de los mil oficios porque no nos alcanzaba con la pensión de mi papá. Fuimos a Matadero porque nos desalojaron de la casa del centro y ahí ocupaba la gente los terrenos aledaños al ferrocarril con la esperanza de algún día ser propietarios, mientras mi madre, una viuda de treinta y seis años, con cinco hijos, sin familia y sin amigos, gestionaba una vivienda. Ella tuvo que hacerse su dignidad, porque en esta vida, me enseñó:

—Nadie te da nada, vos tenés que ganarte las cosas y si sos mujer, peor.

Правообладателям