Читать книгу Tú y yo онлайн

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Le propuse indagar algún alojamiento juntas y encontramos una habitación en algo muy común en Londres, llamado basement, un sótano sin ventanas, aunque tenía dos camas y un cuarto de baño. Allí nos alojamos la primera semana. Ese mismo día encontramos también trabajo: limpiar unas enormes oficinas. Estuvimos probando esa tarde, pero al final de la jornada nos pidieron nuestros pasaportes, así que no volvimos.

Dos días después de haber continuado buscando trabajo vimos una hamburguesería con un cartel de que ofrecían empleo. Sin dudarlo, me fui a hablar con el encargado, que se llamaba Ian Kierans. Le gusté y me pidió que al día siguiente le llevara los papeles para prepararme el contrato. «¡Vaya, otro trabajo que voy a perder!», pensé, pero no le dije nada.

Por la noche le conté a Rosa lo del trabajo y le comenté que me gustaría mucho no perderlo esta vez. Decidí que al día siguiente me presentaría a la hora que me había dicho con fotocopias de mis documentos y los cuestionarios rellenados, y que probaría suerte. El hecho de sacar yo las fotocopias me daba la opción de que no vieran en la siguiente página que no tenía autorización para trabajar.

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