Читать книгу Tú y yo онлайн

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Otra de mis experiencias fue que decidimos ir a pasar el fin de semana a Holanda, concretamente a Ámsterdam. Al llegar, lo primero que hicimos fue ir a buscar alojamiento y no se nos ocurrió otro lugar que entrar y preguntar en un sex shop. Era la primera vez que entraba en uno. ¡Cuántas cosas! Ellos preguntaban y yo observaba boquiabierta, e imagino que roja como un tomate, todos los artilugios que encontraba a mi paso. ¡Vaya pollas más grandes! Me preguntaba si eso le cabría a alguien. Vi también muñecas hinchables, esposas, látigos y todo tipo de lencería erótica de hombres y mujeres, así como disfraces. El de policía me gustó. «Por Juana me lo hubiera puesto yo», pensé, y sonreí tristemente ante mi ocurrencia.

Dejamos las maletas en el hotel que nos recomendaron o encontramos. No lo llegué a saber nunca, porque durante el camino desde el sex shop hasta el hotel en mi mente solo seguía apareciendo la tienda y todos los artilugios que pude ver. Inmediatamente nos fuimos a tomar una hamburguesa antes de irnos al Barrio Rojo. Una vez allí, me quedé estupefacta cuando empecé a ver a todas aquellas preciosas chicas, sin apenas ropa, exhibiéndose en los escaparates. Me hubiera ido con cualquiera de ellas.

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