Читать книгу Tú y yo онлайн

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Al llegar a Hull, Evita y yo nos despedimos y acordamos que nos visitaríamos cuando estuviéramos alojadas. Yo cogí un autobús que tardó algo más de nueve horas en llegar a Londres. Casualidades de la vida, me tocó sentarme al lado de una chica de Salamanca llamada Rosa, que venía a trabajar con una familia como au pair. Era dos años mayor que yo y se la veía con mucha experiencia en la vida. Nos intercambiamos los teléfonos de donde íbamos a estar.

Yo tenía alojamiento en Londres, no sabía por cuántos días. Mi sorpresa fue que al llegar me dijeron que solo podía pasar una noche. Dormí en un sofá en mitad del salón, que me dejó el cuerpo magullado al día siguiente. En cuanto me levanté, me duché y decidí ir a buscar alojamiento y trabajo. Solo había un problema: en una de las hojas de mi pasaporte ponía en letras grandes y mayúsculas «Forbidden working». Vamos, que en teoría no podía trabajar.

Como la palabra «no» no aparecía, ni aparece en mi diccionario (salvo hasta ese momento la negativa que me dio mi Juana), tomé una revista que regalaban a la entrada del metro y empecé a seleccionar posibles alojamientos por precio. Estaba muy cerca de Victoria Station. Me dirigí a una cabina telefónica para comenzar a llamar cuando, de repente, me encontré a Rosa, la chica que conocí en el autobús. Las dos, sorprendidas, nos pusimos a saltar en mitad de la calle. Creo que nos reconfortó tanto ver una cara amiga que sentimos mucha alegría al encontrarnos. Más tranquilas le pregunté qué hacía por allí y me dijo que no quería estar con esa familia, que se iba a buscar la vida.

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