Читать книгу Tú y yo онлайн

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Sin lugar a duda, el barrio que más me gustó fue Montmartre, el barrio de los pintores, artistas e intelectuales donde se sitúa la basílica del Sacré Coeur, el Sagrado Corazón. Es una zona bohemia. Yo la encontraba algo prohibida, una zona muy singular donde vi antiguos cabarets y al estar situado en una colina, pude contemplar las vistas más espectaculares de París y, lo más importante, me perdí por las calles como antes lo habían hecho Amélie y Picasso.

Disfrutando por esas calles vi por primera vez a dos chicas agarradas de la mano. Cuando me percaté, el corazón se me paró instantáneamente de la sorpresa. ¡Qué envidia me dieron y qué pena no poder compartirlo con Evita, porque no sabía si me podría entender y aceptar! No quise arriesgarme a saberlo en ese momento.

Me alegró profundamente comprobar que había chicas que salían con chicas. Yo podía llegar a salir con otra chica. El problema que ahora se me presentaba era dónde encontraría esas chicas.

De París nos pusimos rumbo a Bélgica, a Bruselas, donde nos alojaríamos con unos españoles en casa de una pareja de amigos de Evita: Tom y Rosa. Una de las experiencias que más me llamó la atención allí fue que nos llevaron a un concierto de rock duro, pues Tom era uno de los que lo organizaban y la gente se subía y se tiraba del escenario sin mirar. Si te cogían, buena suerte, y si te dejaban caer, fuera del local había un montón de ambulancias aparcadas para trasladarte a algún hospital. Pude ver mucha sangre y muchos heridos. En este lugar me empecé a dar cuenta de la estupidez de algunos seres humanos. ¡Qué pena, no tocaron ninguna balada!

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