Читать книгу Tú y yo онлайн

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Un día quiso que le hiciera una sesión de fotos, así que recreé en su casa todo lo que me inspiraba y me dejé llevar. Su padre, que recientemente se había separado de su mamá, había sido coleccionista de objetos del medievo, con lo que me vino de perlas que no se hubiera llevado aún sus reliquias. Le pregunté si podíamos usarlos durante la sesión y le pareció muy buena idea. De las paredes del salón descolgamos una espada, un puñal con su funda, un casco, una ballesta, una maza de cadena con dos bolas con pinchos y hasta un fusil. También le pedí sábanas blancas para colocarlas por el suelo.

El primer carrete lo tiré haciendo fotos para que se habituara a la cámara y los flashes de luz, y para que se fuera desnudando y durante la sesión fuera lo más natural posible. Ya había visto más veces desnuda a Susana, porque no es nada pudorosa y se cambiaba delante de mí, aunque a mí eso me ruborizaba mucho y cada vez que lo hacía, bajaba mi cabeza por corte, aunque la realidad era que estaba deseando mirarla.

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