Читать книгу Tú y yo онлайн

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El tipo de fotografía que me gusta hacer era y es erótica. Empecé a pedirles a amigos y amigas hacer sesiones, y cuando me sentí más segura y con algo de experiencia, comencé a elegir a personas en discos o en bares, para que se dejaran fotografiar y si accedían, que era casi siempre, ya tenía claro en el momento de la sesión qué ambiente envolvería a mi modelo, porque si la persona no me transmitía algo interesante, no se lo pedía. ¡Y, la verdad sea dicha, prefería hacer sesiones a chicas!

Como ganaba mi dinero, ya me había comprado un equipo de revelado de fotografías, así que todo el proceso lo realizaba yo misma.

Volviendo a mi sesión con Susana, era curioso que teniendo ante mí un precioso cuerpo desnudo, lo único que me preocupaba y en lo que estaba centrada era en el detalle de cada fotografía. Jugamos y bromeamos inicialmente con cada artilugio. Luego le fui pidiendo que cogiera cada instrumento y que jugara con él. Después le pedí que, mirándolo, expresara con su cuerpo lo que sentía al tenerlo en sus manos y le iba provocando, contándole situaciones para que su expresión se tensara, se pusiera a la defensiva, se convirtiera en una leona defiendo su vida o se sintiera perdida en una batalla que no era la suya. También le preguntaba si quería fotos más duras o que dejaran ver su frialdad. Le indicaba que tensara una de sus piernas, que adelantara tal o cual brazo, que curvara más su espalda o que me mirara desafiante. Si quería llevarla al efecto contrario, le pedía, por ejemplo, que soltara lo que tuviera en sus manos y que al dejarlo en el suelo, sintiera remordimientos o que se ruborizara al verse en el espejo con esa gran espada. Lo pasamos muy bien, aunque hasta el día siguiente que revelara los tres carretes realizados, no veríamos el trabajo. Aún no existían las cámaras digitales.

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