Читать книгу Tú y yo онлайн

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Noté que un calor me subía desde los pies y sentí las famosas y maravillosas mariposas en el estómago. Nos miramos desconcertadas a los ojos y temí empezar a escuchar las típicas frases hechas y excusas que yo tantas veces había utilizado y dicho a chicos: «me ha encantado, pero ya sabes…», «me gustas mucho, pero esto no es lo mío», «no eres tú, soy yo», y yo luchaba por no ser una de esas chicas que se enfadara por no poder cambiarla. Me invadió un terrible pánico, así que por temor a empezar a escuchar todo eso, fui yo la que rompió el silencio y el momento de tanta excitación que estábamos viviendo, diciéndole que no quería que eso quedara en un polvo, que quería algo más y que si creía que podía dármelo, me lanzaría al vacío por ella. Su silencio lo dijo todo. Llevé su cabeza a mi regazo y tiernamente nos abrazamos. Aunque Susana se quedó dormida minutos después, yo tardé horas en conciliar el sueño. Mi cabeza iba a mil por hora y sentía que mi corazón tan pronto salía de mi pecho como creía que se iba a parar. Todo era tan nuevo para mí, tan embriagador, tan emocionante, tan doloroso… Nunca jamás volvimos a hablar de aquel suceso; sin embargo, seguimos siendo, si cabe, más amigas que antes.

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