Читать книгу Tú y yo онлайн

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Una tarde le dije que viniera a nuestra casa. Quería conocer a mi familia y le presenté a mis padres. Ni corto ni perezoso sacó un colgante con un brillante que me regaló y con su pobre español dijo: «yo querer casar con su hija». Al principio me quedé blanca, pero luego, al ver la cara descompuesta de mi padre, me eché a reír. ¡Cómo alguien podía pedir mi mano sin antes habérmelo propuesto a mí! Mi reacción relajó a mis padres, aunque molestó a Ian. No volvimos a mencionar ni a hablar del desencuentro. Ian ya sabía por mi reacción que fue una clara negativa.

No era la primera vez que me habían pedido matrimonio, pero lo que estaba claro es que no habían sido personas que me interesaran lo suficiente como para plantearme dar ese paso. Además, había decidido que iba a hacer muchas cosas y conocer mucho mundo viajando antes de que llegara ese momento. Ian era un irlandés seis años mayor que yo, muy frío y calculador, y aunque sabía que le gustaba, nunca hasta entonces me había dicho nada. Acordamos que ese mismo verano nos volveríamos a ver en Londres y me invitó a que en esa ocasión me hospedara en su casa.

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