Читать книгу Tú y yo онлайн

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Comenzamos a media tarde y ya era por la noche. Habíamos hecho un receso para picotear algo. Cuando estábamos juntas, Susana y yo nos reíamos mucho, aunque en la sesión fuimos muy profesionales y ella siguió pacientemente todas mis indicaciones. En mi caso, cuando tengo la cámara entre mis manos me convierto en su extensión, queriendo captar el alma de la persona que fotografío.

Esa noche no volvería su madre. Andaba malilla su abuelita y se iba a quedar en su casa haciéndole compañía. Yo les pedí a mis padres quedarme a estudiar con mi amiga y accedieron, así que teníamos la casa para nosotras solas. Susana se había puesto una camisa blanca semitransparente y unas braguitas azules con un Piolín dibujado. Yo llevaba puesto un pantalón corto y una camiseta ajustada de tirantes. Era junio y hacía mucho calor. El cansancio de la sesión nos invadió y nos tumbamos en la cama. Estaba empezando a oscurecer, así que encendimos la luz de la mesilla. Nos reímos recordando algunas de las secuencias de fotos y viendo los terribles instrumentos que había tirados y desordenados por toda la habitación. Susana estaba boca arriba con el brazo izquierdo doblado por debajo de la cabeza. Yo estaba junto a ella, recostada de medio lado, apoyando mi cabeza en mi brazo derecho para poder verla mejor. Su sonrisa era sincera y toda ella derrochaba satisfacción y sensualidad, y aunque la luz era tenue, podía ver el brillo de sus resplandecientes ojos y a través de su camisa podía apreciar su piel blanca y sus senos grandes, turgentes, rodeados de sus pezones perfectos sonrosados. Temí que pudiera darse cuenta, así que retiré mi mirada de ella, concentrándome en un rincón de la habitación.

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