Читать книгу Dimelo cantando онлайн

72 страница из 120

Pienso en echarme atrás y volver a la fiesta. Justo entonces, su voz rompe el silencio:

—¿No vas a decir nada?

—Hola —respondo inmediatamente.

—Hola.

No pienso dejar que se dé cuenta de lo mucho que me afecta su presencia, así que me esfuerzo en actuar con normalidad. Me acerco y me apoyo en la barandilla, a su lado.

—Estabas en el pub anoche —dice—. Te fuiste sin decir adiós.

—Tenía prisa —miento.

Teniendo en cuenta lo que pasó hace quince meses, no creo que sea el indicado como para recriminarme que no me despidiera.

—Pensé que era imposible que fueras tú. Di por hecho que, cuando volviésemos a vernos, al menos te dignarías a saludar.

Vaya, empezamos pronto con los reproches.

—No esperaba veros allí.

—Que yo recuerde, somos nosotros los que llevamos un año y medio viviendo en la ciudad.

No respondo y nos miramos en silencio.

Es extraño que parezca tan diferente y que, a la vez, no haya cambiado nada. Aún conserva ese aspecto rebelde; ahora, incluso, tiene el flequillo más largo. Lleva una camiseta negra y unos vaqueros oscuros. Estudio su rostro, como recuperando y memorizando de nuevo los detalles y, cuando mi repaso recae sobre su boca entreabierta, me obligo a apartar la mirada.

Правообладателям