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—Me dijeron que, si lo hacía, a partir de entonces no se ocuparían de mí. Me dejarían completamente sola. Y estuve de acuerdo —continúo—. Volví a Newcastle y busqué trabajo, pero nadie quería contratar a una chica joven sin experiencia. Acabé de camarera en un bar bastante denigrante. Odiaba trabajar allí. Una noche, mi madre fue a recogerme y vio con sus propios ojos cómo era ese lugar. Arremetió contra mi jefe y me sacó de ese antro de inmediato. En ese momento supe que había ganado.

De nuevo, hay cosas que decido guardarme. Mientras que la familia de papá suele ir a casa en Navidad y otros festivos, no mantengo ninguna relación con la de mamá. Es hija única y su padre falleció hace unos años. Desde entonces, fue mi abuela materna quien dirigió el bufete de abogados que da reconocimiento a nuestro apellido. Su relación con mi madre estaba tan rota que juraría que nunca las había visto juntas. De hecho, la única vez que mamá me habló de ella fue el verano pasado, para comunicarme que había fallecido y que ahora el bufete estaría en sus manos.

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