Читать книгу Una casa es un cuerpo онлайн

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¿Me quieres?, dijo ella.

Te quiero, dijo él. La penetró. Ella se había levantado el vestido hasta arriba de los pechos y se había corrido el calzón. Cerró los ojos. Mírame, dijo él, pero no pudo mirarlo. Cuando la madre de Dhritarashtra copuló con el padre con los ojos cerrados, el hijo nació ciego. Mírame, dijo de nuevo él, pero ella siguió sin mirarlo. Miedo, un sentimiento bueno-enfermo, ternura, un terror extraño. Cállate, dijo ella, y él corcoveó contra ella, respirándole fuerte. El ruido de su respiración era como un tren que ella trataba de alcanzar. Lo corría y sabía que si lograba subirse de un salto, la llevaría lejos.

¿Paro?, dijo él. Sudha…

No pares, dijo ella, y lo hizo entrar más hondo. Él se salió y acabó sobre el vientre de ella. Se quedaron acostados codo con codo sin tocarse. Ella no se movió para quitarse el semen del vientre. Era cálido, el aire estaba cálido, el sudor de la espalda de él se secaba contra las sábanas y se espesaba en la tela. Cosas que al parecer resultarían repugnantes de repente no eran repugnantes. Eso la asombró.

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