Читать книгу La conversión es un proceso. En las Confesiones de San Agustín онлайн
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Además de estas motivaciones es necesario destacar la atracción que el mal, en cuanto mal, ejerce sobre Agustín. Hay un hecho significativo: Agustín, aun reconociendo la insignificancia del acto; le da una gran importancia por su significado, por los motivos que lo llevaron a realizar un robo, por ejemplo. Así la maldad del hurto no está en la materialidad de lo que robó, sino en el pecar por pecar, en el amor al mal, a la misma iniquidad. En esta acción no buscó el atractivo que las cosas tienen en sí mismas y por lo que se pueden apetecer, ya que él no necesitaba unas peras robadas.4
El pecado para Agustín no está sólo en pecar, contra un objeto más o menos grave, sino en la maldad del corazón que aparece en las obras por muy insignificantes que éstas sean. Por eso exclama lleno de amargura: “He aquí mi corazón, Señor,... del que tuviste misericordia cuando estaba en lo profundo del abismo. Que te diga ahora mi corazón, qué era lo que allí buscaba, para ser malo de balde... Era feo y lo amé; amé perecer, amé mi defecto” (L. II, c. IV). Cuando Agustín vislumbra este abismo de maldad que anida en el corazón humano, y en el suyo en concreto, se vuelve a Dios para alabarlo no sólo por los pecados perdonados, sino por los que pudo llegar a cometer y Dios lo libró.