Читать книгу La conversión es un proceso. En las Confesiones de San Agustín онлайн

22 страница из 39

“Si no imaginaba que aquel ser incorruptible... que yo prefería a todo lo corruptible, tuviera forma de cuerpo humano, me viera precisado al menos a concebirle como algo corpóreo que se extiende por los espacios, sea infuso en el mundo, sea difuso fuera del mundo por el infinito. Porque a cuanto privaba yo de tales espacios me parecía que era nada…” (L. VII, c. I).

Antes que negar que el hombre era igual a Dios en naturaleza, afirmaba que Dios mismo era mudable y llega a concebir a Dios como sujeto de los predicamentos aristotélicos.

Muy unido al concepto de Dios está la comprensión de la naturaleza del mal. Los maniqueos se preguntan por su origen. Agustín, dócil a la secta, aún no había descubierto el significado del mal, admite los dos principios, el bueno -Dios- y el del mal. Y reflexiona así: el hombre viene de Dios, que es bueno, por lo tanto no hace el mal ni tiene capacidad para ello. Por eso el hombre que hace mal no peca porque no es él quien obra, sino una naturaleza extraña a él. Apoyado en el principio de que no se puede concebir sino aquello que es corpóreo, concibe el mal como una masa material (Cf. L. V).


Правообладателям