Читать книгу La conversión es un proceso. En las Confesiones de San Agustín онлайн
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Tanto en el ejercicio como en la enseñanza de la retórica lo guiaban los mismos fines que le inculcaron cuando la estudiaba. La vanidad, el deseo de lucrar, la falsedad.
Durante este tiempo milita en contra de la Iglesia, apartando a su amigo del alma de la verdadera fe y tratando de que renunciara al bautismo después de haberlo recibido en tiempo de enfermedad grave (Cf. L. IV, c. IV). Tiene por su amigo una sincera amistad; pero por no ser una amistad unida por la caridad, cuando muere el amigo se queda sin consuelo por no saber amar humanamente a los hombres y poner su corazón totalmente en realidades humanas. Así se describe a sí mismo ante la pérdida de su amigo en un texto bellísimo que refleja no sólo la sensibilidad de Agustín, sino también su falta de orientación:
“¡Oh locura, que no sabe amar a los hombres humanamente! ¡Necio, que padece en demasía por las cosas humanas! Así era yo entonces. Me enardecía y suspiraba y lloraba y me turbaba y no hallaba descanso ni consejo. Llevaba a cuestas mi alma despedazada y ensangrentada, impaciente de ser llevada por mí, y no hallaba donde ponerla. Ni descansaba en los bosques amenos, ni en los juegos, ni en la música, ni en lugares olorosos, ni en banquetes espléndidos, ni en los placeres del lecho y del hogar, ni, finalmente, en los libros ni en los versos. Todo me causaba horror, hasta la misma luz” (L. IV, c. VII).