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Adorar un ídolo envuelve llamar a algo santo cuando no lo es. Recuerden que sólo Dios puede consagrar. (Cuando un ministro “consagra” un matrimonio o el pan de la Cena del Señor, se entiende que él sólo está proclamando una realidad que Dios ya ha consagrado. Esto es un uso autorizado de la consagración humana.) Cuando un ser humano trata de consagrar lo que Dios nunca ha consagrado, esto no es un acto de consagración genuina sino un acto de profanación, de idolatría.

A principios del siglo veinte un académico alemán llamado Rudolf Otto hizo un inusual e interesante estudio de lo santo. Otto intentó estudiar lo santo de una forma científica. El examinó cómo la gente de diferentes culturas y naciones se comporta cuando encuentran algo que consideran santo, y exploró los sentimientos que la gente guarda ante estos artilugios. El primer descubrimiento importante que Otto hizo fue que es difícil para la gente describir lo santo. Otto notó que aunque se podían decir ciertas cosas acerca de lo santo, siempre quedaba algún elemento que no podía ser explicado. No era que este elemento fuese irracional, sino más bien, que era supra-racional; esto es, mas allá de los límites de nuestra mente. Había algo superior acerca de la experiencia humana con lo santo, algo que no podía ser expresado con palabras. Esto es a lo que Otto le llamó un especie de plus. El plus es esa parte de la experiencia santa donde la gente no encuentra palabras para expresar dicho concepto. Es el elemento espiritual que desafía toda descripción adecuada.

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