Читать книгу El secreto de la tierra y los primeros dioses онлайн

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—La verdad es que puedo cocinar lo que sea. No importa de qué animal se trate, puedo darle buen sabor y desintoxicar hasta la carne más amarga. Si se trata de un jabalí, seguro sabré preparar un manjar con él.

El general guardó silencio durante un momento y luego suspiró:

—En efecto, es un jabalí lanudo. Los vi una vez en las lejanas islas del sur, al otro lado de la cordillera… Goroteo, ¿no lo consideras perfecto para la cena de esta noche?

—Creo que cumple con las características para ser considerado un ganador.

Al transcurrir un par de minutos, los jueces llegaron a una resolución, así que Aemer alzó la voz para dirigirse a la concurrencia:

—Señoras y señores, hemos decidido, en representación del rey Héctor y la reina Jazmín, que el vencedor de la competencia de caza de este año, ganador de cien monedas de oro y el favor del rey, sea el señor Seth, hijo de Ur, y su increíble ejemplar.

Al escuchar el veredicto, Seth saltó de felicidad, aunque la mayor parte del público y los demás participantes no ocultaron su descontento, así que comenzaron a lanzarle lo que tenían a mano: tomates, lechugas y uno que otro zapato pasaron rozando su cabeza.

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