Читать книгу El secreto de la tierra y los primeros dioses онлайн

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Mientras deliberaban para elegir al mejor cazador, a tan solo algunas calles de la plaza, fuera de la tienda de suvenires, se encontraba el viejo Faride ordenando los pequeños cristales que, por una mala mano del destino, había dejado caer hasta romper dos, recibiendo una fuerte reprimenda de su jefe.

—¡Rompes un cristal más y te irás de aquí! —gritó el comerciante—. ¡Somos la única tienda de esta estúpida calle! ¡Solo llegan aquí turistas extraviados, no podemos perder ni un solo souvenir! ¡Recoge esto! ¡Aprisa!

Mientras Faride recogía los trozos a regañadientes, creyó verlos moverse durante un instante. Pensó que se trataba solo de su imaginación, una jugada de su mente producto de su avanzada edad, así que cruzó la calle hasta el callejón y botó los restos en el basurero, sin percatarse de la enorme bestia que pasó corriendo a sus espaldas. Al voltearse de nuevo, se encontró con todos los cristales hechos trizas y esparcidos a lo largo de la calle, mientras el letrero de la tienda colgaba de una de sus cadenas. Su jefe, al escuchar el estruendo, salió de inmediato de la tienda, solo para encontrarse con el desastroso escenario.

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