Читать книгу El secreto de la tierra y los primeros dioses онлайн

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Aemer exigió silencio a los presentes y agregó:

—Sin embargo, el premio en dinero será retenido para pagar los daños causados por el animal y reconstruir las calles y puestos dañados. Además, el resto de los participantes serán incluidos en la lista de invitados del castillo para la cena de esta noche.

Dicho esto, el rostro de Seth no pudo ocultar su disgusto. Por su parte, los comerciantes y asistentes a la ceremonia celebraron la decisión gritando y saltando, algunos incluso lo abrazaron.

Al apaciguarse los gestos de alegría, los jueces agradecieron a los participantes y se retiraron, dando así por terminado el evento.

Con el rostro desconcertado y la mirada perdida, Seth permaneció de pie en la plaza, hasta que fue despertado por un manotazo en la cabeza que sacudió su cerebro. Tras pestañear varias veces, el general Dire, el juez que antes lo reprendiera, estaba frente a él.

Dire Herth era un hombre robusto, de apariencia imponente y rojo cabello rizado, al igual que su espesa barba. Su enorme tamaño y su gruesa voz imponían respeto en quienes lo rodeaban; además, era considerado el más fuerte de los caballeros del reino. Siempre llevaba dos espadas con él: una enorme y reluciente atada en la espalda, en cuya hoja relucía el símbolo de Yahveh, y una algo más común en su cinturón. Usaba, además, una armadura plateada y una capa blanca que lo distinguía como general del ejército de Ur.

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