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Bueno, cuando menos en el papel. Al final, no sé si el ingenuo soy yo, o el lloriqueo por la incertidumbre de nuestros empresarios locales constituye un serio error de interpretación de ellos sobre quiénes son.
CEGUERA
(Marzo 19,2020)
Nos sorprendieron los eventos iniciados en octubre de 2019. Teníamos una ceguera. A diferencia del ciego, alerta porque sabe que no ve, nosotros estábamos ciegos de nuestra ceguera. Creíamos verlo todo. Nada nos inquietaba, hasta que emergió lo que emergió desde una cerrada oscuridad. Una ingenuidad para corregir: tenemos cegueras, y no hay que seguir pensando como antes, suponer que ahora sí, sabido lo que emergió, ya no tenemos cegueras de qué preocuparnos.
Me pregunto qué nos impidió ver lo que era fundamental que observáramos. Un estado anímico complaciente, que nos tranquilizó con miradas demasiado locales –a Latinoamérica– , o contrastantes con nuestro propio pasado, está, seguro, en la raíz de la ceguera. Ocurrían eventos cargando anuncios en el amplio mundo. Reclamos desesperados por la crisis del 2011, después masivas manifestaciones contra la globalización, reacciones violentas ante la fragmentación social de las ciudades, y de zonas y regiones enteras “dejadas atrás” por los avances tecnológicos y los intercambios globales. Ominosos cambios políticos en países de Europa del Este, que pudimos imaginar experimentaban con una mezcla de democracia y neoliberalismo, al igual que nosotros a parir de pasados socialistas. Nada nos alertó… Estábamos por encima.