Читать книгу Nuestra asignatura pendiente онлайн

5 страница из 101

Mientras no paraba de darle vueltas a esa historia, muy parecida a las que me gustaba inventarme y compartir contigo, rodeamos un estanque en el que algunos patos nadaban indiferentes a nuestras miradas. En la orilla, un grupo de pavos reales, que se deslizaban sobre piedras grises redondeadas o paseaban entre los arbustos y las flores, contribuían a aumentar la belleza del lugar.

Al cruzar el puente que se encontraba al lado de la cascada, un banco de carpas se acercó para ver si les dábamos algo de comer.

—Lo siento, pequeños, pero no tenemos ni una miga de pan —les dijiste mientras te encogías de hombros—. A menos que… —te detuviste a media frase para dejar entrever que planeabas alguna fechoría. Me pasaste un brazo por la cintura y otro por las costillas para simular que me tirabas al agua mientras decías—: queráis comeros a esta chica.

—¡Suéltame y deja de hacer el tonto! —te regañé en broma. A decir verdad, esos juegos y roces que nos acompañaban desde niños habían empezado a generar un efecto diferente: me provocaban mariposas en el estómago y anhelos que no sabía ni qué significaban.

Правообладателям