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Aunque debía ir todas las tardes al hospital a cuidar a Yeimy, me mezclé directamente con los enfermeros de la unidad de quemados, allí ellos me reclutaron y me pagaban mensualmente 300.000 pesos para que aparte de cuidar a Yeimy, me encargara de jugar con los otros niños que allí había, notaron que mi presencia les hacía moverse más y jugar, pero al salir todas las noches del hospital pasaba por un puente oscuro, siempre me encontraba un enfermero que también trabajaba allí, nos poníamos a fumar y nos sentábamos a hablar de diferentes cosas.

Su nombre era Alejandro era un chico bajo, muy guapo, pero yo no quería faltarle al respeto y le trataba muy serio, pero en una ocasión cuando ya teníamos confianza, él me confesó que era gay, que yo le gustaba y no más decirme esto, me besó y mandó su mano a mi polla, pudo ver que la tenía dura. Allí mismo en el puente, me bajó los pantalones y me hizo una buena mamada, así varias veces, hasta que un día me pidió que le follara y yo lo hice encantado, pero después de eso nunca más le volví a ver.


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