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Drogas, Sexo y Fiestas
Dada la situación de Yeimy y que estaba mejorando, la trajeron a casa de sus padres, así que dejé el trabajo como voluntario en la unidad de quemados, para volver a trabajar en Sameco. Cuando volví, me encontré con Michín y el Rolo, pero esta vez venían con otro amigo que le llamaban “El Tieso”.
Solo con verle, sentí como si ya le conociera, de inmediato existió entre los dos una complicidad de miradas, pero en ningún momento cruzamos palabras, pues el Rolo y Michín, no dejaban de joderme, diciéndome que lo tratara bien, pues él era el bebé del parche*.
Ni el Rolo, ni Michín, nunca habían salido del coche, pero él esa noche salió y se sentó en la banca de madera que había al lado de donde yo cocinaba.
Cuando le vi bajar pude ver que era un chico alto, rapado, sus ojos color miel que resaltaban en la oscuridad, pensé que eran lentillas, pude ver que su cuerpo era perfecto, su ropa le quedaba ajustada, su piel era blanca y delicada, tendría veintitantos años. Yo estuve todo el tiempo tímido, su presencia era muy imponente.