Читать книгу Diario de un adolescente precoz colombiano онлайн
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Se me había pasado el tiempo, cuando miramos la hora, eran las 09:30 de la noche y ya era momento de prepararme para irme. William me pidió que me quedara a dormir, pero tenía que trabajar y lo comprendió, sabía que vivía en una casa que no era la mía y debía ser responsable. No podíamos dejar de besarnos, no queríamos separarnos, deseábamos quedarnos así, pero llamé a un taxi y él me acompañó a la puerta.
Los días pasaron y cada vez que le llamaba no me contestaba y cuando lo hacía me decía que estaba ocupado, así varias veces, estaba muy triste porque pensé que él también sentía lo mismo que yo, pero no fue así y no quise volver a molestarle.
Un día llamé a mi madre y me dijo que se venía a vivir a Cali de nuevo, que estaría al sur de la ciudad, que iba a trabajar cuidando una bodega y que allí mismo podía vivir. Así que hablé con Aracelly y le dije que me iba a vivir con mi madre y que desde allí iría a trabajar.
Eso significaba que no tenía que sentirme obligado a trabajar como habíamos acordado, ya que con el tiempo se había vuelto costumbre y esto significaba que cumpliría el horario como los otros, provocando así su desacuerdo, porque sabía que ningún otro llegaría tan temprano como yo.