Читать книгу Diario de un adolescente precoz colombiano онлайн

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Pasaron los días y nuestra amistad fue muy cómplice, siempre permanecíamos juntos desde la mañana hasta la noche, tanto que él se hizo novio de una chica de otra calle y yo estaba enamorando a su amiga.

Siempre que teníamos oportunidad y estábamos solos, ya fuera en su casa o en la mía, aprovechábamos para darle rienda suelta a nuestra complicidad, tanto que un día le pedí que me echara la leche en mi mano y con ella me masturbaba. Esa sensación fue maravillosa, hacerme aquella paja con su leche aún caliente, pude sentir su olor y me encantaba hacerlo, hasta que hubo un momento en el que él sin decir nada, me la chupó aún con su leche, seguro que esa experiencia, la recordaríamos siempre los dos. Y así fue cada vez que teníamos oportunidad, nos masturbábamos y terminábamos chupándonos las pollas.

Un día nos fuimos todos a la piscina municipal y allí mismo me encontré a mis amigos de la cuadra, pero ya casi no les prestaba atención, pues había entrado en el círculo de “chicos malos” del barrio. He de decir que Ximena, la chica que tanto me gustaba nunca me había dado un beso y aunque yo le gustaba, no quería darme un beso, ya que tenía una pequeña verruga en mi labio y eso siempre fue el hazmerreír de mis amigos, pero nunca me importó.


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