Читать книгу Diario de un adolescente precoz colombiano онлайн
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Pude sentir poco a poco como se le ponía dura en mi boca, hasta el punto de que no me cabía en la boca de lo gorda que era, incluso así yo seguía, porque ese hombre me gustaba demasiado, su masculinidad era maravillosa, le besé el pecho, él me tocaba el culo y pude sentir como me metía unos dedos y se corrió mientras yo me masturbaba, fue tanto placer sentir su leche caliente, que él la tomó con la mano y me la puso en la boca, me dijo que me la tragase y yo tenía tantas ganas de complacerle, que así lo hice.
Al salir de aquel baño pude ver que Don Hernando venía a lo lejos, al llegar a la estación de gasolina me regañó por mi demora, pero él me defendió diciéndole: “Que le dejase, que el chico había estado en el baño”, con lo cual Don Hernando se quedó callado.
Nuestra complicidad era tanta que cada vez que aquel chico le tocaba trabajar de madrugada, yo pasaba para darle una buena mamada, hasta que un día me pidió que me la dejase meter, yo estaba ansioso de poder sentir esa polla, pero era tan gorda que me iba a doler muchísimo, así que él se empleó en chuparme el culo y meterme sus dedos hasta correrse, luego me metió su leche con los dedos y así lo hacíamos cada vez más, hasta que aquel chico dejó de trabajar en aquella estación de gasolina.