Читать книгу Diario de un adolescente precoz colombiano онлайн
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Un día, Diego y yo estábamos en su casa masturbándonos y chupándonos las pollas y en cierto momento sentimos un grito “les pillé” y nos pusimos muy nerviosos, era su hermano mayor el que nos había visto, que tampoco era muy guapo, pero tenía mucho morbo.
Él en lugar de irse de allí, se sentó al lado de su hermano y también sacó la suya, esta si era de grandes dimensiones, pues nada más sacarla vimos que era grande, con un capullo enorme, preciosa y sobre todo gorda, allí pude notar que me encantaba y él lo notó, me pidió que se la chupara y ni corto ni perezoso les hice la mamada a los dos hermanos, hasta que los dos me llenaron la cara con su leche. Después hubo un silencio de vergüenza, su hermano se levantó de la cama y nos dijo: “¡Maricones!”, nos reímos con cierta vergüenza, pero con mucha complicidad.
Nuestra amistad cayó en rutina y como a todos los jóvenes, nos gustaba jugar también, así que gracias a mí, cada grupo de chicos de cada cuadra, nos hicimos todos amigos y jugábamos juntos en la calle a diferentes juegos (Beisbol, Yeimy, Escondite, etc.) y así reinó un poco la tranquilidad entre todos.