Читать книгу Manos frías онлайн

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–¡Óscar! Ay, menos mal…–empecé a retirarme, pero él volvía a desmayarse– ¡No, no, no, no, no! –le di otro bofetón–¡Oye!

Gimió de nuevo.

–No te desmayes. Te has dado un golpe en la cabeza y te has quedado K.O. Te visto para cuando lleguen los de la ambulancia…

–No–dijo, cerrando los ojos y dejando caer la cabeza.

–No, ¿qué? ¿No quieres ambulancia?

Asintió.

–Vale, vale… Tranquilo. Pero al médico iremos igual. ¿Me oyes?

–No.

–Calla–ordené–. Te tengo que acabar de vestir y necesito tu ayuda. ¿Puedes incorporarte y apoyarte contra la pared…? Así. ¿Te ayudo? –no hablaba, sólo actuaba–No. Vale. Vale. Bueno, bien. Te voy a poner la camiseta y… ¿Eh? ¿El jersey te lo pones tú? Vale. Te traigo agua con azúcar. No. Tú te quedas aquí.

–¿Te encuentras mejor? –estaba sentada en el suelo, junto a él.

–Sí–dijo, pero tenía cara de dolor.

–¿Puedes levantarte?

–Eso creo–lo agarré de los antebrazos para que se apoyase.

Gritó.

–¿Qué pasa?

–Me duele el brazo.

Le eché un vistazo a la zona.

–¿Aquí? –toqué.

Se estremeció.


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