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“¿ACASO ENTRE ESTAS GENTES LA ACTIVIDAD SERÁ TRANQUILA Y LA FELICIDAD SILENCIOSA?”

El 8 de mayo Ramón de La Sagra escribe sus primeras impresiones sobre los americanos, con alguna perplejidad. Ciertamente, sólo lleva dieciocho días en Nueva York.

Un nuevo órden ó sistema de ideas empieza á germinar en mi mente, por la novedad de las escenas que me ofrecen estos Americanos y sus costumbres. No me atrevo á juzgarlos, […]. Es verdad que hay cierto aire de frialdad, de calma y de silencio enteramente distinto de cuanto yo habia conocido: pero esta calma no es la de la indolencia, ni este silencio el de la tristeza. ¿Acaso entre estas gentes, la actividad será tranquila y la felicidad silenciosa? Casi estoy tentado á creerlo. Dias pasados, despues de haber leido el estracto que hace el Courrier des Etats-Unis, de la obrita de Miss Fanny Kemble, sobre el paseo de Hoboken, me resolví á ir allá. Era domingo y la concurrencia numerosísima, aunque la tarde estaba sumamente fria y que aquel parage, ahora sin verdura, no ofrece amenidad. Segun me han dicho, el mayor número de aquellas gentes eran criados y artesanos, que con sus familias acostumbran á pasear un rato el domingo. ¡Qué silencio, qué compostura! No he oido ni un grito, ni una risa, ni siquiera un llanto en los niños. En una reunion semejante en Europa, la algazara seria intolerable, y no muy seguro el contacto con tantas gentes de semejantes clases, no habiendo cerca algun cuerpo de guardia ó algunos agentes de policia. Pero en las alamedas y bosquecillos de Hoboken, paseaban y conversaban tranquilamente mas de tres mil personas, en cuyos semblantes brillaba la salud y cuyos trages demostraban el bienestar, sin ofrecer la mas pequeña escena de desórden, y sin dar la menor muestra de alegría. Creo poder definir su posición diciendo que gozaban del paseo. (La Sagra, 1836: 33)

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