Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн

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Una primera acción violenta epatante ya había tenido lugar el 15 de abril de 1919 con el ataque de escuadras fascistas a la redacción milanesa del Avanti! Pero fue un caso bastante aislado, posiblemente una acción no premeditada a cargo de futuristas y arditi, inspiradores y protagonistas de las primeras agresiones escuadristas. La violencia política no consiguió difundirse en las grandes áreas urbanas septentrionales en esos meses: el movimiento obrero se autodefendió en sus bastiones turineses y milaneses y los empresarios industriales prefirieron recurrir a la negociación o a las fuerzas de policía y del ejército para mantener el orden. En cambio, dos circunstancias provocaron que la violencia fascista se manifestara en las áreas provinciales: las grandes huelgas agrícolas del verano de 1920 y la conquista de los municipios por parte de los socialistas en otoño. Las asociaciones de los productores agrícolas de la llanura Padana, así como de Toscana y Umbría, empezaron a armar a voluntarios para imponer orden y control en las zonas rurales sustituyendo al ejército y a los precedentes guardias privados. Las escuadras (squadre, de aquí el término squadrismo, ‘escuadrismo’) salían normalmente de las capitales de provincia, atacaban y aterrorizaban a individuos, organizaciones y sindicatos de jornaleros y pequeños cultivadores, y después se retiraban a las ciudades de las que habían venido. Estas escuadras estaban formadas por oficiales desmovilizados, apoyados por estudiantes universitarios e hijos de la aristocracia y de la gran burguesía terrateniente, habitualmente residentes en centros urbanos y ciudades universitarias y temerosos de perder privilegios y sobre todo el control de la tierra. A ellos se unieron, también para salvaguardar los propios intereses y la posición social, cultivadores directos, arrendatarios medios o grandes y aparceros. De esta manera, el fascismo estableció un vínculo entre las pequeñas ciudades y las zonas rurales del entorno. El escuadrismo agrario se difundió en el centro-norte entre la segunda mitad de 1920 y la primera de 1921 y contó con «hombres nuevos», jefes y organizadores de la violencia: Olao Gaggioli e Italo Balbo en la zona de Ferrara, Leandro Arpinati en la de Bolonia y Roberto Farinacci en la de Cremona. Fueron designados ras, jefes locales con amplio poder y con seguidores: algunos entraron al servicio de los productores agrícolas, otros, como en las provincias de Alessandria, Pavía y Arezzo, acudieron para formar escuadras expresamente requeridas y financiadas por las confederaciones agrarias. Su acción no se limitaba a aterrorizar a la población y a las organizaciones campesinas, sino que tenía como objetivo la destrucción de todos los centros, sobre todo en los «municipios rojos», que desarrollaban formas de resistencia, solidaridad y asistencia y cooperación y que eran administrados principalmente por socialistas y católicos populares: sedes de partido, ligas, sindicatos, cooperativas de consumo y producción, oficinas de paro, imprentas, escuelas públicas, asociaciones culturales, círculos y salas para reuniones y entretenimiento. La acción sangrienta más dramática que abrió la nueva fase de enfrentamiento civil tuvo lugar en Bolonia el 21 de noviembre de 1920 en el Palazzo Comunale y en la adyacente plaza central: nueve muertos y cincuenta heridos entre la multitud que escuchaba al alcalde socialista maximalista Enio Gnudi condenar un reciente ataque escuadrista a la Camera del Lavoro local.

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