Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн

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Hasta 1924, la relación entre los fascistas y las secciones de la ANC fue tensa, especialmente por el rechazo de la Associazione a participar oficialmente en la celebración del primer aniversario de la Marcha sobre Roma y en la conmemoración del final de la Primera Guerra Mundial el 4 de noviembre de 1923, cuando escuadras fascistas y grupos patrióticos de manifestantes se enfrentaron en muchas plazas italianas. En cualquier caso, la ANC nunca fue un objetivo de las acciones más violentas del fascismo. Atacarla habría sido demasiado peligroso para un partido que tenía la intención de presentarse como el legítimo heredero y depositario de los nuevos valores generados por la guerra. En lugar de eso, lo que hizo el fascismo fue apartar de la dirección de la ANC a las corrientes del combattentismo de izquierda y democrático. La crisis Matteotti, en la segunda mitad de 1924, también dio a las asociaciones de excombatientes la última posibilidad de oponerse al fascismo. Sin embargo, la ocasión fue desaprovechada muy pronto por la incapacidad demostrada por la cúpula a la hora de adoptar una dirección única y por la falta de comunicación entre las secciones meridionales y las septentrionales. Esto proporcionó tiempo al fascismo para imponerse: en marzo de 1925 la dirección de la ANC se puso en manos de un triunvirato de dirigentes leales al fascismo que llevó a cabo una depuración interna y fascistizó la dirección, excluyendo a los intervencionistas democráticos; entre estos se encontraba el exoficial Emilio Lussu, que en 1919 había fundado el Partito Sardo d’Azione y era su representante en el Parlamento.

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