Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн
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La apuesta por conservar en el terreno democrático la camaradería y la solidaridad que habían nacido en las trincheras entre millones de italianos provenientes de regiones y clases socioeconómicas profundamente diferentes se perdió rápidamente. Las causas de este fracaso fueron múltiples y concomitantes. En primer lugar, la relación entre la ANC y los últimos gobiernos prefascistas fue débil a la hora de buscar soluciones para una reinserción civil y laboral eficaz de los veteranos. La clase política liberal de la época no acabó de aprovechar la oportunidad de contener el fascismo conquistando a los excombatientes. El primer grupo dirigente de la ANC apoyaba una política liberal y descentralizada, contraria a un Estado que se había vuelto demasiado centralizador con la guerra y sobre todo que había adoptado una concepción wilsoniana de las relaciones internacionales, a la cual tanto los nacionalistas, en la oposición, como los gobiernos en funciones miraban con hostilidad en la fase de obtención de nuevos territorios para Italia. El golpe de gracia lo dio la transformación geográfica de la ANC, que en un primer momento había acogido a los excombatientes provenientes sobre todo del sur que no encontraban ni en el nuevo movimiento católico de don Sturzo ni en el movimiento socialista una referencia política eficaz. A partir de 1921-1922 el centro de gravedad de la ANC se trasladó gradualmente al centro-norte, perdiendo progresivamente el carácter político inicial y asumiendo, en su lugar, una labor sobre todo asistencial y de refugio para muchos veteranos democráticos de provincias como Bolonia y Cremona, que pronto se transformaron en escenario de la violencia escuadrista. La nueva dirección septentrional consiguió salvar la unidad y la autonomía, pero a un precio político alto, por lo que tal aspiración conciliadora debilitó al movimiento a favor del fascismo en ascenso.