Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн
27 страница из 100
La violencia fue parte constitutiva del movimiento fascista: reclutaba a sus seguidores entre quienes sabían utilizar las armas (concretamente exoficiales de complemento) y que, incapaces de reintegrarse en la vida civil, eran propensos a convertirse en profesionales de la violencia, a hacer de la violencia una ocupación política a tiempo completo. Hay que distinguir la especificidad de la acción fascista de la más general situación de violencia difundida en la sociedad italiana y europea de la primera posguerra, así como de otras formas de violencia tradicional o episódica que contemporáneamente tuvieron lugar en Italia. En un país sacudido por profundos fermentos sociales y por reivindicaciones económicas que desembocaron en la ocupación de tierras en la llanura Padana y en el sur y de fábricas del triángulo industrial, el movimiento fascista decidió abandonar la acción en los grandes aglomerados urbanos, que era donde se había originado, para trasladarla a los pequeños centros y a las zonas rurales. También las fuentes oficiales relativas a los actos de violencia política y al número de delitos contra el orden público son claras en sus también descarnadas cifras. En 1919 los hechos violentos se colocaron en un nivel inferior a los registrados en 1915; en cambio, crecieron durante 1920 y alcanzaron su punto álgido entre 1921 y 1922. Atendiendo a las numerosas víctimas por armas de fuego, esta violencia ha sido atribuida sobre todo, tanto por las fuentes de policía de entonces como por los historiadores sucesivos, al clima político desencadenado por el fascismo, concretamente en la Italia septentrional y central, donde los homicidios aumentaron aproximadamente en 350 unidades entre 1920 y 1921.