Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн
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La violencia fascista resultó exitosa porque tomaba la iniciativa de la acción y no se limitaba a ser solo defensiva: se basaba en una estrategia de terror y tenía como objetivo la intimidación y la humillación del adversario –obligado a tomar aceite de ricino, abandonado, apaleado, sucio y desnudo en lugares públicos y de paso– o, lo que es peor, su eliminación. Más que una guerra civil, lo que tuvo lugar en el país fue una lucha defensiva de las propias sedes por parte de las izquierdas y una ofensiva por parte de las escuadras fascistas, que tenían una gran movilidad. Provincias enteras fueron conquistadas a mano armada gracias a esta táctica militar, permitida por la financiación y los medios de transporte puestos a su disposición por los propietarios agrarios, y gracias al inmovilismo de las fuerzas del orden. Fueron especialmente eficaces las columnas de fuego, organizadas en Emilia por Arpinati y Balbo. Una de estas, formada por al menos tres mil fascistas ferrareses y boloñeses, devastó Rávena en julio de 1922, incendiando y destruyendo edificios y barrios símbolo del movimiento cooperativo y de las asociaciones de jornaleros agrícolas de la provincia. La Marcha fue experimentada muchas veces en las provincias antes de que se dirigiese a la capital y al Gobierno central. En el centro-norte la ofensiva escuadrista alcanzó su máxima intensidad durante la primavera-verano de 1921, volviendo a la ciudad después de haber conquistado las zonas rurales. En abril de 1921 fue incendiada la Camera del Lavoro de Turín, después de que la Fiat hubiese decidido un despido masivo y luego el cierre de los establecimientos, y el 13 y el 14 de julio escuadras fascistas ocuparon Treviso y un enfrentamiento armado provocó muertos en Trieste. En algunas ciudades de Véneto, como en Venecia, el fascismo mantuvo su naturaleza dannunziana hasta 1921; los empresarios vénetos (sobre todo de la industria textil) lo habían contemplado con recelo, prefiriendo el avance de los católicos. Después, el fascismo agrario véneto tuvo como objetivo la eliminación de las bases de organización y resistencia económica de los católicos y de los socialistas en las zonas provinciales, con ataques a sus cooperativas, cajas rurales y administraciones, especialmente en las zonas de Treviso (donde la ofensiva fue liderada por el fiumano Giovanni Giuriati), Polesine y Padua. A continuación la violencia fascista pasó a algunas áreas del sur, especialmente a Apulia y a la Sicilia oriental, sobre todo a la provincia de Siracusa, la cual en aquel entonces comprendía el territorio de Ragusa, epicentro del fascismo agrario siciliano. La ola de violencia tuvo lugar entre el invierno de 1921 y la primavera de 1922, pero las ciudades, como Bari, no cayeron bajo el control fascista hasta el verano de 1922.