Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн

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Además, fue modificada la ley electoral: aprobado el 18 de noviembre de 1923 y recordado como ley Acerbo, por el nombre de su redactor, el nuevo sistema comportaba una primera modificación radical. Constituía un único colegio en el territorio nacional, premiaba con dos tercios de los escaños previstos a la lista que alcanzase la mayoría relativa del 25% y redistribuía el tercio restante entre las minorías sobre la base de la representación proporcional. Tal y como era propuesta, la nueva ley servía para fragmentar todavía más a las fuerzas de oposición al Gobierno fascista y para premiar a una gran coalición, conocida como el listone, liderada por el PNF y en la cual participaban una parte de los liberales y de los católicos moderados. En las elecciones del 6 de abril de 1924 la gran coalición obtuvo así el 64,9% de los votos. La oposición salió muy fragmentada: los liberales independientes liderados por Giolitti obtuvieron el 3,3%, los católicos populares el 9%, los socialistas unitarios de Filippo Turati y Giacomo Matteotti el 5,6%, el Partido Socialista el 5%, el Partido Comunista dirigido por Antonio Gramsci el 3,7% y, por último, los constitucionales de Giovanni Amendola e Ivanoe Bonomi solo obtuvieron el 2,2%. Con motivo de la cita electoral, Italia fue sacudida de nuevo por oleadas de violencia: comicios antifascistas prohibidos, agresiones a opositores y fraudes electorales. Con estas condiciones de control e intimidación el listone consiguió obtener votos, sobre todo en los centros pequeños y entre los ciudadanos que fundamentalmente pedían orden en el país. En las grandes ciudades, en cambio, obtuvo un resultado por debajo de los porcentajes esperados, pero de todas formas suficiente para alcanzar los dos tercios: en Milán obtuvo el 38,4% y en Turín el 36,6%. Quien denunció el clima coercitivo y de violencia, con un decidido discurso en la Cámara el 30 de mayo de 1924, fue el diputado socialista de Rovigo Giacomo Matteotti, que pocos días después, el 10 de junio, fue secuestrado en las calles de la capital y luego asesinado por unos sicarios fascistas que escondieron el cuerpo en el campo romano. El asesinato de Matteotti ha sido uno de los más atroces delitos políticos de la historia italiana; abrió una crisis política y moral durante la cual, entre junio y diciembre de 1924, se decidiría la suerte de los dos decenios posteriores del país.

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