Читать книгу La constelación tercermundista. Catolicismo y cultura política en la Argentina 1955-1976 онлайн

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Precisamente, fue en el ámbito del clero donde las consecuencias de la fractura entre Iglesia y peronismo suscitaron reacciones de preocupación asociadas a la percepción de que los sectores populares albergaban un anticlericalismo nacido del lugar protagónico que la Iglesia había tenido en el derrocamiento de Perón.

Un manifiesto firmado por trescientos curas cordobeses daba cuenta del ánimo prevaleciente en un sector del clero que no participaba del estado de exultación como el resto del activismo católico de esa provincia:

Es la verdad –dolorosa verdad– que los sacerdotes estamos siendo señalados, en nuestra propia patria civilizada y cristiana, como sujetos nocivos e indeseables por la convivencia social, y esto, en fuerza quizá de una campaña tan innoble como cobarde: “Clero asesino”, “Clero oligarca”, “antiobrero”, “Curas malditos”.20

Desde mediados de la década de 1930 y durante la siguiente, el catolicismo social había insistido en la idea de que no era posible luchar contra el comunismo si no se aplicaba al mismo tiempo la justicia social, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia. El peronismo, a pesar de que postulase su filiación a esa misma concepción de lo social, había consolidado un sindicalismo de masas cuya dinámica respondía en escasa medida al modelo imaginado por el catolicismo social al asimilarlo a una ideología de partido. Sin embargo, había posibilitado, también, la identificación de las bases obreras con un movimiento reformista con una cosmovisión nacional y cristiana. De manera que había obrado como un antídoto contra las ideologías de izquierda. Y lo que es más importante aún: había dignificado a la familia obrera en cuanto al mejoramiento de sus condiciones de vida material.

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