Читать книгу El joven Pierre Vilar, 1924-1939. Las lecciones de historia онлайн

68 страница из 144

EL SENTIMIENTO PACIFISTA

Las cartas aportan a menudo pruebas del sentimiento antipatriótico. Por ejemplo, cuando seguimos las impresiones del joven Vilar el domingo que paseando por París, tal como describe el miércoles siguiente, el 22 de octubre de 1924, visitó la Explanada de los Inválidos y, también, el Museo del Ejército:

después de comer, como era mi intención, me paseé «perdibus» por las calles hasta llegar al puente de Alejandro IV y a la Explanada de los Inválidos. La Explanada se hallaba ocupada por los preparativos, bastante avanzados, de la Exposición, barracas en planchas, casas construidas con ladrillos, monumentos y palacios de hormigón, todo cubierto de enormes anuncios; en los Inválidos, visito el Patio del Honor, el vagón donde el mariscal Foch firmó el armisticio, diversos recuerdos de la guerra, la Capilla con las Banderas, la tumba de Napoleón [...]; lo más interesante es la iluminación maravillosa de los vitrales en vidrios especiales, que dan un tono extraño pero muy bien adaptado; es muy bello para el «arte puro»; pero como futuro historiador, me confieso absolutamente incapaz de experimentar«la emoción histórica»; dos horas y media en el museo del ejército; hay cosas muy interesantes; lo he visitado con todo detalle; ahora bien, a pesar del interés de las salas históricas, he preferido el segundo piso, donde se hallan todos los recuerdos de la guerra de 1914; presentación simple y sin artificios patrióticos; hay la sala de los Americanos, la de los Ingleses, de la Marina, de la Aviación (con el avión de Gruynemer), uno ve ciertamente por medio de la ingeniería, modelos reducidos y algunos restos de aparatos, cómo eran los grandes instrumentos de la guerra; prefiero este simple punto de vista documental a las exposiciones de las salas del primer piso, donde se muestra a Napoleón, ¡desde sus calcetines hasta su reloj y sus cabellos! Los extranjeros parecen decir: «Mirad los Franceses, cómo admiran a Napoleón; ¡qué imperialistas son!». En realidad son ellos quienes se emocionan más que nosotros por este género de recuerdos; solamente que todo esto concentrado en un mismo punto da la impresión de un nacionalismo exasperado. ¡Y nosotros nos lamentamos de las reverencias de los alemanes a la estatua de Hindenburg, o del monumento de Leipzig!


Правообладателям