Читать книгу El joven Pierre Vilar, 1924-1939. Las lecciones de historia онлайн

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El acto fue el domingo 23 de noviembre. La carta del día anterior fue una respuesta a una misiva repleta de temores llegada desde Montpellier, y por eso empezaba con un irónico: «Este es mi testamento». La tía parecía temer que hubiese un atentado. Él intentó tranquilizarlas y al mismo tiempo informarles de cómo se preparaba el acto:

iré detrás de los mineros de Carmaux, delante del coche fúnebre, lo bastante lejos del gobierno para no recibir las bombas a él dirigidas, y lo bastante cerca para tener el honor de verlo en persona; yo represento, con 15 camaradas de los liceos de París, la Enseñanza secundaria y sostendré, junto a ellos, el fragmento de bandera que irá a la cabeza del cortejo. Que la tía se tranquilice; los honores militares han sido reducidos al mínimum; y creo que las manifestaciones militares se limitarán a la interpelación del Gal de Saint-Just en torno a las medidas que cuenta tomar el Gobierno para evitar que el ejército nacional rinda los honores –aunque sea involuntariamente– a la bandera roja. Muy probablemente el señor Cachin interpelará al gobierno sobre las medidas que piensa tomar para evitar a la bandera roja el deshonor de ser saludada por el ejército nacional y todo el mundo estará contento.


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