Читать книгу El joven Pierre Vilar, 1924-1939. Las lecciones de historia онлайн
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El mismo día, al volver de aquella experiencia, Vilar escribió la carta seguramente más vibrante de su estancia en París, como lo dejan entrever sus primeras palabras:
de vuelta al liceo, aún no me siento capaz de hacer nada, y aprovecho este estado para comunicar mi entusiasmo: los periódicos van a sumergiros en grandes palabras; pero en cualquier caso no os dirán bastante; yo no me esperaba semejante grandeza; es verdad que tampoco me esperaba hallarme tan inmerso en la fiesta: mejor contar todos los detalles que hacer discursos generales.
A partir de aquí el relato es demasiado largo para reproducirlo entero, pero valdrá la pena resumir su contenido y entretenernos en algunos párrafos. Comieron a las once y cuarto, y a las once y media se encontraban en la Sorbona con los estudiantes de otros centros. Los colocaron al lado de los mineros, y a veinte pasos de Édouard Herriot y sus ministros. Era la primera vez que coincidía con el ídolo, que los saludó sonriente: «es extremadamente simpático, pero ¡no me pensaba que fuese tan gordo!». Desde que empezaron a marchar la multitud empezó a gritar «¡Viva Jaurès!». «¡Abajo la guerra!» y así durante dos horas. También había gente que gritaba «¡Viva Herriot!», y aún cuatro o cinco veces oyó el grito de «¡Vivan los soviets!». Él no pudo evitar una evocación histórica: