Читать книгу El joven Pierre Vilar, 1924-1939. Las lecciones de historia онлайн

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no la he releído pero, escrita en pleno entusiasmo, ¡debe ser idiota! Soy capaz de haber hablado pomposamente, ¡yo también! Afortunadamente no era el único que estaba entusiasmado: aquella tarde intercambié mis impresiones con Bonnaud y Coulet, y ambos confesaron que no habían despegado los labios durante 10 minutos para no llorar: como no son más sensibles que yo, me han tranquilizado sobre mi equilibrio mental y admito que la emoción que sentía era natural (casi física incluso porque, sinceramente, de hecho solo pensamos en Jaurés de una forma muy vaga durante el cortejo) ¡pero qué marco! ¡Y, además, los gritos de la multitud a lo largo del trayecto! Lo recordaré durante muchos años.

Vilar aclara que el acontecimiento no fue vivido del mismo modo por todos los estudiantes del liceo. Uno de los que se encontraban situados al otro lado era el montpellierino Millardet, de quien da su versión de los hechos para rebatirla a continuación:

Millardet había estado entre la multitud y, primero por principios, pero también un poco porque él lo había encontrado realmente así, sostenía que había escuchado los argumentos más ridículos, que no había sinceridad, que la gente era idiota, etc., etc. Podía haber algo de cierto en ello, y yo no me atrevo a hacerme un juicio general sobre la manifestación a partir de lo que he visto; en el momento del paso del carro la emoción y el respeto evitaban naturalmente escenas burlescas. Pero ni Coulet ni Bonnaud, ni yo, que ocupábamos un rincón de la mesa, estábamos dispuestos a tolerar que se calumniara la manifestación. Respecto a Fabry, nuestro líder socialista de khâgne, estaba furioso, pero no podía protestar, de tan afónico como estaba de haber estado cantando La Internacional durante dos horas, al frente de los Estudiantes Republicanos y Socialistas. Parece que tuvieron un gran éxito; dicen que la gente era feliz de ver a la juventud intelectual a la cabeza de la manifestación.


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