Читать книгу La conquista de la identidad. México y España, 1521-1910 онлайн
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La primera aparición del apóstol Santiago en combates contra el islam de España tuvo lugar en Clavijo, cerca de Albelda, en la Rioja, el 23 de mayo de 844. Los leoneses, encabezados por el rey Ramiro I, derrotaron a un ejército moro del emir cordobés Abderramán II. Esta victoria permitió a los cristianos librarse del vergonzoso Tributo de las Cien Doncellas que el rey asturiano Mauregato se había comprometido a pagar al primer emir omeya de Córdoba, Abderramán I, y a todos los emires venideros (“cincuenta para esposas, cincuenta para mancebas”). Santiago apareció, sobre su caballo blanco, allí donde los leoneses flaqueaban, e hizo una gran matanza entre los musulmanes, cuyo número duplicaba el de aquellos. El lugar donde irrumpió el apóstol se llamó desde entonces Campo de las Matanzas y el celestial jinete comenzó a representarse desde entonces como Santiago Matamoros, caballero en su corcel, con la espada en la mano derecha y, en la izquierda, el estandarte con la cruz en forma de espada, la famosa cruz de Santiago que la orden militar de ese nombre adoptó como emblema, lo que explica que se conociese a tal Orden como “la Gran Caballería del Espada” (así la nombra el hijo de uno de sus maestres en la elegía mayor de nuestra lengua: “del espada”, que no “de la espada”, porque en el castellano de Jorge Manrique las espadas eran todavía masculinas, como las “espadas tajadores” del Cantar de Mío Cid). Pues bien, como caballeros de esta Orden fueron armados e investidos Nicolás Montañez y Hernando de Tapia, los capitanes de Sangremal. Volviendo al Santiago Matamoros, es sabido que su iconografía canónica se completa con un montón de cuerpos de moros vencidos y muertos a los pies de su caballo blanco. Moros de piel oscura y con turbante, aunque, en rigor, los moros vencidos en Clavijo fueran muladíes vascones, súbditos de los Régulos BanuQasi de Tudela, que no se distinguían en color de piel ni en indumentaria de los navarros cristianos, sus carnales.