Читать книгу Imparable hasta la médula. El cáncer como aprendizaje de vida онлайн

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—No quiero irme, ama. Aquí están mis amigos, Aitor, mi casa y mi trabajo.

Llevaba más de una década construyendo mi vida en Madrid y me negaba a perder de un plumazo todo lo que había conseguido.

—Los amigos están bien, pero es la familia la que tiene que estar cerca en situaciones así.

Mi madre siguió tratando de convencerme. Sabía que, si persistía en mi empeño, ella tendría que trasladarse a Madrid. Sin embargo, yo ni siquiera me había parado a pensar en ello. En mi bendita ignorancia no cabía la posibilidad de que el proceso durara mucho tiempo. En cierta manera, me resistía a creer que todo aquello fuera cierto. Podrían haberse equivocado en el diagnóstico o confundido de paciente, incluso se me pasó por la cabeza que todo aquello fuera un experimento o una conspiración. Cualquier cosa antes de tener que enfrentarme a la realidad. Eso hizo que no quisiera asumir más cambios de los necesarios. Restringir mi movilidad a una habitación era suficiente trastorno como para, además, cambiar de ciudad. En mi decisión también desempeñó un papel clave el apego por los lazos construidos en Madrid, unos vínculos que creía que me harían sentir tan arropada que obvié los sacrificios que iba a tener que hacer mi familia.

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