Читать книгу Imparable hasta la médula. El cáncer como aprendizaje de vida онлайн

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De esa manera descubrí que hay un tejido esponjoso en el interior de los huesos más grandes del cuerpo y que en él se producen las células sanguíneas. La médula ósea es la fábrica de la sangre. El lugar donde nacen los glóbulos rojos, encargados de transportar el oxígeno desde los pulmones al resto de tejidos y órganos; los glóbulos blancos, las defensas que patrullan el cuerpo en busca de invasores dañinos; y las plaquetas, un seguro de vida ante cualquier hemorragia. De ser cierto el diagnóstico inicial, una mutación de ADN habría convertido mis defensas en patrullas enemigas y, además, esa población anómala de glóbulos blancos imposibilitaba el crecimiento del resto de células sanguíneas, por lo que mi sangre se parecería a un líquido lechoso.

Una vez finalizadas las pruebas pertinentes para comprobar el estado de la médula, me dejaron arrinconada en uno de los pasillos del hospital, y allí, completamente desencajada, me encontró mi madre. Nos fundimos en un abrazo en el que sobraron las palabras, intentando proporcionarnos durante unos instantes algo de consuelo y serenidad. Olía a hogar, a entrega, a vida, a ansia por protegerme, e intenté respirar todo aquello que tanto me reconfortaba. Hubiera permanecido abrazada a ella durante horas, pero su desasosiego terminó por hacerse patente.

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