Читать книгу Imparable hasta la médula. El cáncer como aprendizaje de vida онлайн

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—… tendremos que comprobar cómo está tu médula ósea. Pero ahora descansa. Mañana va a ser un día muy largo.

—¿Médula ósea?

Reaccioné a destiempo. Su bata blanca desapareció tras la puerta después de lanzarme una mirada compasiva de soslayo. Un temblor repentino me atravesó entonces la espalda mientras un mar de lágrimas comenzaba a inundarme la cara. Un llanto amargo de impotencia e incomprensión que liberé en soledad. Fuera de la sala, la doctora se estaba ocupando de informar a Maite, y yo debía hacer lo propio con mis padres. Traté de recomponerme antes de marcar su número en el móvil, pero nada más escuchar la voz de mi madre se me empezaron a humedecer los pómulos.

Ama, creen que tengo leucemia.

Solté las palabras a bocajarro, sin pensar cómo suavizar el golpe.

—Tranquila, ya voy para el autobús. Estaré en el hospital hacia las siete de la mañana.

Me sorprendió el aplomo con el que recibió la noticia y llegué incluso a pensar que no había comprendido lo que le acababa de comunicar. Pero no tenía fuerzas para repetírselo y, de todas formas, el hecho de que no se hubiera desmoronado supuso para mí un gran alivio. En lo inesperado de su reacción encontré, de alguna manera, el sello de mi abuela, su entereza y sosiego.

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