Читать книгу Imparable hasta la médula. El cáncer como aprendizaje de vida онлайн

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Su falta de sensibilidad me descuadró por completo y la impotencia que sentía se tradujo en forma de lágrimas. No había estado ingresada en mi vida y de ninguna de las maneras se me había pasado por la cabeza la posibilidad de hacer noche allí. Así que mi primer impulso fue llamar a mis padres.

Ama, me tengo que quedar en observación toda la noche y no me han aclarado todavía el porqué —acerté a decir con la voz entrecortada.

—No te preocupes, cogeré el bus nocturno y mañana por la mañana estaré allí —me respondió decidida.

El exceso de protección innato en las madres, que tantas veces había criticado en la mía, en aquel momento me resultó gratificante. Tanto como la llegada de Maite a la consulta en misión de rescate. Me abrazó nada más entrar y nos enjuagamos las lágrimas la una a la otra sin saber muy bien cómo encajar todo aquello. Juntas intentamos quitar hierro al asunto y nos encaminamos hacia la habitación en la que tendría que pasar la noche. Era un cubículo oscuro y frío que contaba con una sola cama. El espacio me pareció deprimente y Maite debió de tener la misma sensación, porque me cogió la mano y me sonrió mientras me decía:

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