Читать книгу Imparable hasta la médula. El cáncer como aprendizaje de vida онлайн

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—Vamos a hacerle una analítica de sangre para ver si podemos deducir algo de los resultados —me dijo, tranquilizadora.

En cuanto me hicieron el análisis me reuní con Maite en la sala de espera y enseguida nos enfrascamos en una amena conversación sobre los planes para el año siguiente hasta que tanta espera comenzó a inquietarme. Las manecillas del reloj no habían parado de girar desde que llegamos y, transcurridas unas tres horas, decidí preguntar por los resultados. En admisión no supieron darme una respuesta, y nos tocó seguir esperando hasta que, por fin, volvimos a escuchar mi nombre.

Crucé nerviosa el pasillo que llegaba a la consulta en la que me habían atendido previamente. Allí me esperaba de nuevo la joven que había querido despacharme con aires destemplados en nuestro primer encuentro. Su actitud no había cambiado ni un ápice.

—Tienes que pasar la noche en observación —me dijo sin pestañear.

—¿Cómo? ¿Por qué? —No podía dar crédito a lo que estaba escuchando.

—Hay algo que no cuadra en tu analítica, pero ya te lo explicará mejor la hematóloga que está de guardia. —No había ni un mínimo de empatía en sus palabras y, antes de que pudiera asimilarlas, me volvió a dejar sola en la consulta.

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