Читать книгу Imparable hasta la médula. El cáncer como aprendizaje de vida онлайн

19 страница из 56

Maite y yo entramos con un nudo en la garganta, pero confiando en volver a casa con la solución a mis problemas. Tras esperar un buen rato, escuché mi nombre y me dispuse a entrar sola en la consulta que me habían asignado. La doctora, algunos años más joven que yo, distaba mucho de ser amable. A pesar de ello, me esforcé en explicarle mis síntomas con todo lujo de detalles. No parecía tomarme en serio. Ni siquiera estaba segura de que me hubiera escuchado.

—Tienes que seguir tomando relajantes musculares —dijo sin levantar la mirada de los informes que tenía sobre la mesa.

—Le he dicho que los relajantes no me están ayudando —repetí subiendo un poco el tono—. ¡No me iré de aquí hasta saber lo que me pasa!

Fue la primera vez que se dignó a mirarme, supongo que para calibrar cuán firme era mi decisión de no moverme de allí sin que me hicieran un examen más exhaustivo. Escrutó mi determinación durante unos segundos, murmuró algo ininteligible y salió de la consulta sin dar ninguna explicación. No me inmuté; seguí sentada esperando que alguien me diera respuestas. Minutos más tarde volvió a aparecer junto a otra doctora, que al menos dio muestras de interesarse por cómo me encontraba.

Правообладателям