Читать книгу El mundo sin mamá онлайн

23 страница из 30

Atravieso la guardia y el hall central. Tomo el ascensor. Subo. Subo al cielo del dolor. 5to piso. Camino por el largo pasillo gris. De un lado grandes ventanales con vista al cielo, a la calle, a la vida; del otro, las puertas de las habitaciones que dan al infierno de la enfermedad. Se escuchan llantos, quejas, voces, gritos, ruidos de máquinas y monitores. Llego a la habitación con el cartel 502. Empujo la pesada puerta, o la puerta que da a la existencia que más me pesa. Ingreso, despacio. Mamá mira hacia el cielo raso. “Hola, vieja”. “Hola, vieja”, repito, por si no me escuchó. Pero mi voz es un suspiro imperceptible. No sé qué hacer. Me quedo a su lado. La contemplo y lloro.

“Mamá”, la vuelvo a llamar. De pronto me mira y no. No es la mirada de mi mamá. Sus ojos están cubiertos de una neblina siniestra. Flota en el mar químico de quetiapina y gases intoxicantes. Habla en un dialecto olvidado. Suelta frases encriptadas. Balbuceos. Ronquidos. Quince días internada desordenaron los papeles de la realidad. La habitación se puebla de fantasmas, de muertos que la visitan, de cajas con faroles, de sombras, de cáncer, bacalao y murmullos descuidados. Habla sola. Habla con alguien. Me acerco. Le vuelvo a hablar. Pero mis palabras no tienen efecto, son el aliento de un insecto. Quizá yo sea un intruso en su pesadilla, un espíritu que la visita. Me siento en el sillón y escribo en mi celular. El tiempo se desprende de mi existir. Todo se vuelve grave, profundo, oscuro. Me desdoblo. Fluyo por la atemporalidad del malestar. Dudo también de la realidad. ¿Estaré despierto o aún en mi cama soñando que estoy al lado de mamá?

Правообладателям