Читать книгу El auge de la brutalidad organizada. Una sociología histórica de la violencia онлайн

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De manera similar, Elias se acerca a la violencia organizada. Basándose indirectamente en Weber, explora las consecuencias de un sistema de «eliminación» político y militar a través del cual los Estados han establecido paulatinamente el monopolio de la violencia y de la imposición y distribución de tributos (Elias, 2005; 2000: 344). Desde su punto de vista, la internalización del autocontrol y el consiguiente cambio de comportamiento van de la mano de las transformaciones estructurales que se produjeron en Europa, en las que el poder militar y fiscal, junto con el cambio demográfico, la urbanización, una mayor división del trabajo, la expansión del comercio y el surgimiento de una economía monetaria, propició la pacificación interna y la centralización estatal. El auge de los pueblos libres y el crecimiento sostenido de una economía monetaria permitieron a los antiguos gobernantes feudales eludir a la nobleza terrateniente y monopolizar los medios de la violencia y los impuestos, lo que les permitió emprender nuevas guerras de eliminación y expandir sus esferas de gobierno. El feudalismo europeo llegó así a la etapa absolutista, y la aristocracia guerrera antes independiente fue reemplazada por cortesanos sumamente dependientes. Para Elias, el absolutismo y la sociedad cortesana expandieron la pacificación interna de los Estados y, al mismo tiempo, facilitaron ciertos cambios de comportamiento a medida que la clase cortesana aristocrática en declive se basaba en los símbolos de mayor autocontrol para distinguirse de las clases medias en ascenso. En última instancia, los valores y las prácticas de autocontrol y las costumbres refinadas se convirtieron en marcadores del estatus, y fueron imitados y abrazados gradualmente por otros grupos de la sociedad, lo que condujo a una conducta social más civilizada. Por lo tanto, los cambios estructurales, como la formación del Estado, generaron mecanismos externos de restricción que finalmente se interiorizaron en una forma de comportamiento de autocontrol que se extendió gradualmente por toda Europa (Elias, 2005, 2000). En última instancia, la perspectiva eliasiana señala que, a medida que se intensifica el proceso de civilización, tanto la violencia interpersonal como la organizada están destinadas a disminuir.

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